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Intramuros 5 de Agosto

Este jale lo dedico a la memoria de mi gigantesco álamo que no pararon de chingar a su madre, hasta asesinarlo en mi larga ausencia, culerones…

Cuantos soles y lunas hará, “íbanos” parvada de chicos de la Josefita por la 3, rumbo al Cine Prado en sábado matiné, entre otros, José Holguín Valenzuela, Panchi Solórzano, Manuel Romo, Rubén Munguía Encinas, a la altura de tienda La Campesina, hoy Editora El Sol, nos encontró en su bici roja “Mandy” Galindo García, quien saluda al niño Munguía Encinas. Hablaron sobre el desperfecto de un riflito de municiones que se dispara al cargarlo. Mandy viste t-shirt y pantalón Livys. Chapiedrita Munguía de pelito corto, muy blanco el yaquecito, camisa manga corta a cuadros, pantalón de gabardina azul y botines café. Se vuela machín con Silvia Irene Galindo, compañerita nuestra en el 4to grado y hermanilla del Mandy. Cine Prado estaba contraesquina suroeste de la escuela Vicente que fuera la más bonita en el municipio hasta que el vecindario güeba pugnara por la tala de aquella gran alameda. Es que horror!, era un hojerío de la chingada. Pendejazasos!, por algo nos dicen los majes de AP.

Calidez invernal. Pablito de 84, con más de 30 viudo, no volvió a casar, ni falta le ha hecho, sin azúcar, ni sal o grasas en el sistema. Presión arterial de hombre joven. No medicina, oído ladino, no lentes ni bordón y la pinga respondona, gracias a Dios y haber llevado una vida más o menos ordenada. Sí, se le van los ojos con las muchachas a las que les sabe llegar y en su caso satisfacer. Se ayuda en el enganche con su estanquillo sito a un bloque de la entrada internacional, frente a una maquila. Diario trata con las obreras. “Bonita, visíteme en mi humilde casa no se arrepentirá”. Socarrón les incita cuando alguna le llena el ojo. Briboncillo su mum comporta pura miel y luego ellas ¿“cómo me le hago, don Pablito?”. Colmillo, mucho tacto, no erra, a puro tiro y vale. Sabe porque, sabe de damas, maneja esos negocios mujeriegos al centavo, discreto y precavido. Las recibe en su sólida casita de ladrillo rojo, sin emplaste exterior, chimenea y escalones de cemento en la puerta. En el frío, desde temprano la pone al puro pedo la noche que entrevistará a alguna. En cuanto le tocan, apaga la luz antes de abrir; las pasa, enciende de nuevo, brinda chocolate, ponche u otra bebida vigorizante acorde con la estación. Plática corta y al hecho pacho poseyéndolas en la misma cama, lecho conyugal donde una mañana triste su janita ya no despertó, se había ido en el sueño sin sentir la muerte como sólo ocurre a las personas excepcionales por su bondad. Por conocerlo, la difuntita presintiendo vaguedades a ese respecto: “Nomás me muera yo, pararás la colita”. El figuraba que no, si algo sucedía no volvería a engrilletar a otro contrato matrimonial. “Cállate Pablo, quién sabe quién adueñará de ti, de esta casa con todos sus adentros, sólo te pido quemas mi ropa, todos mi trapos”. Ahora a la distancia siente tranquila la conciencia, sí, alud de mujeres pasa por la existencia de él, pero de ninguna se prenda, apegado a una máxima inculcada por su padre en la juventud “a las viejas nomás una vez culéalas..!!”.

Apagada la iracundia, visten, enciende la luz, la gratifica con el invariable billete de la 10 validado por la reserva en Fort Knox, apaga de nuevo la luz para velarlas de mirón vecino o transeúnte. Las coge al borde de la cama, él de pie, todo en la penumbra. Aparte del billetín acostumbra darles comestibles, fruta, pan. “Tendrán plebes, sobrinos golosos por necesidad”. Igual revistas clásicas de mujeres esto para al despiste, por si acaso. Cuida la reputación de las productivas obreras y la de él mismo. No role la especie de viejillo coscolino, bajable idiota y libidinoso. “Ay oiga usted don Pablito, siempre le gusta agarrarme en la misma postura!”, comenta la costeñita, única con la que seguido se repite. “..Es que así me das todas la nalgotas..!!”. “Ah que usté don Pablito!!”.

Sueñito…

Soñé una víbora empaquetada, perfectamente empaquetada, enrollada en una caja plana de 40 centímetros, la mantengo como a mi cargo temporal. Hagan de cuenta la caja donde vienen las mangueras del jardín, forradas de papel color marrón. Todo esto era en un circo, veo unos tipos fellones, de caras afiladas, delgados, de vestimenta estrafalaria. Raros los cuates, son dos, manejo la caja con el reptil temeroso aún cuando la sé segura. No falta por ahí una mujer guapa cuya presencia contribuye a matizar mi miedo, mayormente cuando noto le he simpatizado de forma especial. Pinche víbora!, apretujo el paquetito, no vaya escapar mientras vienen por ella. Hay gente, otras personas, siento haberse velado el desenlace sueño terco e insistente. Viernes 24 de junio 2016.

“El Zurdo” Hoffman…

El invierno pasado me encontré por la calle 13 a Chuy Peralta, panadero y pelotero bueno de más antes, con sendos achaques hicimos parada en el corazón de las maquiladoras, día domingo ya el sol de marzo queriendo aterrizar detrás de las sierritas. El buen bato venía de visitar a su colega panista, por panadero y prosélitos de Acción Nacional, que casi seguro, son fan pues a toda la gente de bien del Agua les da por ahí, desconocedores la corriente derechista no es lo más acertado para el pobreterío de acá y el mundo, pero pues ni pedo.. Les decía viene de ver a su ínclito cuate “Negro” Peralta, también deportista del long time ago. Tarde fría, artrítica, la estación invernal ya se va pero tira con todo helamiento, pero 10 años de no saludarnos, exige condescendencia mutua, y ahí estamos que “te acuerdas, que Villicaña, el profe Luis Leyva, “Güero” Valencia o don Nepomuceno Zañudo, gente grande del beisbol del pasado romántico. “Oye y el Zurdo Hoffman, que vivía en calle 2 ave. 7, nato como tú de Cananea?”. Inmediato noté no le checó para nada la cita. “Sí, pero ese no hacía ninguna gracia, está como ahora con los peloteros de las mayores que usan anabólicos, artificios para rendir, eso se llama fraude, trampa; Hoffman se ponía bien mariguano y tiraba aquellos rectazos pelotazos que no cualquiera veía a tiempo, por más rápido con el bat. Que bonito con lo natural, lo derecho, máxime en el deporte. Cómo no iba a blanquearnos 3 veces, una en el estadio Mártires 1906 y aquí en el Jaripeos y Deportes; peloteros sanos mi tocayo Chuy Torres y “El Zurdo” González”. No le contradije ni media palabra, todo es ya historia, nuestro encuentro era cordial, no había razón desarmonizar en lo absoluto…

Hoffman empezó a quemar desde chavo, aquí en nuestra ciudad; bolero y vaguito, luego Rufo, su tutor, usaba el elíxir como agua de uso. Hoffman primero conoció la mota y después la pelota. Luego, pues no se las tronaba para lanzar, el vicio ya lo trajo desde mucho antes, por encima de su adicción y otros detalles como la cleptomanía superada cotizó caro. México lo vendió a USA en 125 mil pesitos cuando valían. Para cerrar este negocio de la mejor manera, un día le pregunté a Rosendo “Chichila” Domínguez, a su ver quiénes eran peloteros, peloteros: Guillermo Galindo, Adolfo Villicaña, Jesús Torres y Jesús “Güero” Peralta y párale ahí..!!..

 

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