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Ensalada de Letras 3 de Junio

Pa’ cobrarse se quiso aventar un viejorrón

La neta no sé si el gasero Jacinto me agarró de cure pa’ contarme una aventura que vivió, pues conociéndolo de pajuelo y caliente eso y más pudo haberle sucedido.

El caso empieza cuando Jacinto, un entregador de Super Gas llegó a mi lionera y se quedó como esperando algo, por lo cual, le pregunté ¿qué pasa?, y me contestó:

“Toy pensando en contarte una chingadera que me pasó, pero la neta quiero que me digas que chingas a tu madre si lo publicas en El Clarín”. Y como los madrazos por El Clarín me llueven a diario, una mancha más en el leopardo, ¿quién chingados la va a notar? y de volada dije: “Claro y chimil con güebos si el chisme lo divulgo”.

Entonces Jacinto muy confiado pues conoce mi formalidad y discreción que es como un arca de pirata, ya que de chismoso no tengo ni madre, se acercó a mí y dijo:

“Bueno, me pasó un detalle que de no haber pensado de volada en un quite, ten por seguro que quite de calzones me hubieran dado y claro con lo que hubiera seguido, pero gracias a que soy muy chinguetas, aquí me tienes enterito, vivito y coleando.  Pero verás como pasó, mira, creo que tú conoces a esa señora alta, güera, ojos verdes, cinturita de avispa, unas nalgas que pa’ que te cuento, unas piernas que uf, blancas y torneadas que si metes la cabeza entre ellas al menor apretón te rompen los lentes; ella vive allá por la calle 22 en la avenida bss bss bss”.

Al decir esto, el Jacinto se me acercó al oído y me dijo: En la avenida bss bss bss, y es esposa de aquel cuate que se llama bss, -me murmuró al oído, diciéndome avenida y nombre, pero para que no lo divulgara, bueno le dije:
“Pues fíjate que a ese viejorrón lo conozco y también al marido que es un jijo de la chingada, celoso de a madre y un cabrón matón, pues si de chingadera llega a agarrar a un sancho en su casa hasta ahí le llegó el corrido”.

“Por eso te lo digo pues ese sancho pude ser yo, mira en la casa dese cuate no tienen tanque estacionario pal gas y usan tanques de 30 kilos, el cuate es muy agarrado y prefiere pagar de poco que de un chingazo mucho gas y claro la chulada de vieja que tiene, pus pa’ manotiar uno quiotro peso extra se da su maña, tal como pasó cuando yo entregaba gas en cilindros chicos un día me llamó pa’ que le cambiara el tanque, cuando hice el cambio, toqué la puerta de la casa pa’ cobrar, gritando ella desde dentro: “Pásele señor, péreme en el sofá orita salgo, pues me estoy bañando”…. Y pasé y me senté a esperar.

Al rato salió aquel forrote secándose el pelo, envuelta en una batita que le llegaba a las rodillas y se dejaba abrir un poco, por lo cual alcancé a verle un poquito arriba de la rodilla, suficiente pa’ que la bilirrubina se me subiera, y la pescuezona ya sabrás como se puso. Y ella notando que me dejó con los ojos cuadrados, con una voz rechula me dijo: “Ay oiga, fíjese que a mi esposo se le olvidó dejar el dinero del gas, por qué no me lo fía y la semana entrante cuando traiga otro le pago los dos?”. Claro que yo, con la esperanza de un taquito de ojo, acepté.

La semana siguiente me pidió que le cambiara el tanque y fuí de volada, lo cambié, toqué la puerta y el mismo rollo de pase y espéreme en el sofá pos mestoy bañando.

Me senté a esperar, al rato salió la mujer envuelta en una batita que le llegaba a la mitad de los muslos y luego un escote semi abierto que dejaba ver un par de chichis que hasta ganas de echarme un licuado me dieron y con un mucha gracia me dijo: “Ayy que pena, pues al tonto de mi viejo se le volvió a olvidar dejar el dinero, por qué no me espera y la semana que entra le pago todo?”.

Pos tartamudo, le dije: “No tenga cuidado, estoy para servirle,”, más con ganas de decirle: “Estoy pa subirle”.

Y ni modo, mejor vuelvo, pos la doña parece que quiere “cabeza” y yo se la voy a dar. Pus ya sabrás mi güen, salí hablando solo y desesperado porque llegara la otra semana, que me pareció eterno, pero al fin llegó el día, y el mismo rollo, llegar, cambiar, tocar, sentarse, esperar y llenar la pupila, claro con la esperanza de embodegar el pitonte, pus lo que me debía ya desquitaba. Al rato salió aquella chulada con un babydoll. Mamá mía, pues pensé le taparía más una hoja de mota que aquello, y todo se me fue en tartamudear y no decir más que: Güeno, la semana quentra y salí sudando, con las verijas pegajosas pero feliz pensando que así lo hacía ella por tímida y le daba vergüenza entregárseme de buenas a primeras, pero ni mois, dije. la semana próxima cai porque cai”. Así es que me di a la tarea de contar los días desesperadamente y ya casi se le hacía al salado, pues si la última vez salió con la batita transparente que si no lo enseñaba todo, si se podía adivinar. Así pues, la semana se me hizo larga, pero llegó el día y agarrándome la pescuezona le dije: “Ahora sí mi loca, ahora sí se me hace que te vas a engasajar..!!”…

Así que llegué más temprano a ver a quien ya consideraba mi amante, y lo mismo, cambio de cilindro, pásale, siéntate pues me estoy bañando. Ya sabrás como traía el sin orejas, y de repente siento que los calcetines se me cayeron al ver salir aquella mujer que para mi ya era una diosa, aquella mujer a la que podría darle masaje con la lengua desde la punta de los pies hasta las orejitas… Salió la ingrata cubierta con una toallita que no alcanzaba a cubrirle aquel pedacito, y muy coqueta me dijo:

“Ay Jacintito que tonta soy, ahora a mi se me olvidó pedirle el dinero a mi viejo, pero mira, te juro que la otra semana, a como quieras y como sea, yo te pago y con pilón”. Ya sabrás no pude ni articular palabra, todo se me fue en estar sude y sude y al salir iba hablando turco, latín, latón y lámina acanalada, pues estaba seguro que la próxima semana enterraría el hacha, era cincho, por lo cual de volada inicié una carga de batería, ostiones, camarones y si me podría tragar un tiburón le ponía, pos que tanto es tantito tratándose de comerme un bocadillo de cardenal. Todo esto eran precauciones por aquello que por la emoción le pudiera fallar, y aparte, como dice el idiota del Sabbath: “Yo tenía que ripitir..!!.

Así que toda la semana entrené duro con posturas pa’ en el acto hacerlas, como bordo de cama, patita di ángel, de caballito, perrito, salto del tigre con su sixtynain.

Los días pasaron y llegó el esperado, por lo cual pa’ no perder tiempo me fui sin calzones y sólo un overol de zíper, para entrega inmediata, cuando llegué me volví a tentar el cara de papa, le advertí que no fuera a cagar el palo, que aguantara una hora. Hice el cambio de tambo, me lavé las manos y como estaba seguro de lo que iba a pasar, me aflojé el zíper, no fuera a ser que al último se atorara, toqué la puerta, oí su voz que dijo adelante, así que entré, me abrí el overol, dejé que cayera en mis pies y vi que la corneta lucía como pito de liebre, cuando abrieron la puerta del baño dije un “Atríncate may fren!, y me aventé hacia la puerta, sólo pa’ ver que quien salía no era ella, sino su marido, un gorila de dos metros de altura, peludo y al verme bichi y con la corneta en ristre me dijo: “Quihúbo jijo de la chingada, ¿qué haces en mi casa y bichi?”… Y tartamudeando y con la corneta ya convertida en bicholita, en forma que quería ser ame-nazante, le dije: “Sabe qué, ya me cansé de cobrar el gas que me deben, o me lo paga o lo meo todito!!”.

Claro que al hablar iba reculando hacia la puerta, y en cuanto sentí el aire fresco en las nalgas, agarré monte y hasta la fecha, nada me dio la pinchi güera, ni me pagó. ¡Bueno a lo mejor salí ganando al cabo que ni quería!”

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