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Intramuros 10 de junio

“Hay nota o no hay nota”…

Escribo porque me cae de a madre. Me encanta escribir, lástima los pobres destellos, opaco lucerío el mío. Es la verdad y no modestia falsa. ¿“Hay nota o no hay nota?” me inquiría somebody al visitarlo.

Soy enemigo natural de ir a restregar lo escrito a nadie sólo por quedar bien.  Que otros lo hagan me parece bien por ellos. No se me da, sólo es eso. Ni bueno ni malo el hacerlo, cada quien en su medio goza, ni es tampoco cosa de asustarse, todo implica estilo, clase para hacer cualquier cosa. Entonces, pues no es asunto de pecar o no, sólo actitud personal para enfrentar faena.

Una vez el Abilene (+), un cuate de más antes me levantó en su carrito cuando cargaba pesado saco de elotes, con aquel gusto el pobre cabrón, y ahí venimos al dar vuelta por el afamado camino güey del bulevar de la 6, llegando al chante lo torció un patrullero por no poner direccional y a pagar insitu su riegue. Ni qué alegar, la infracción era derechita; azotó con 50 pesos evitando vueltas y demás. Cuando se hubo ido el “jura” del tránsito, me reprochó así: “Si hubiera venido Lagarda, nomás le hubiera pelado los dientes y asunto arreglado!!”… Silencito acepté tácito el resentimiento del pobre Abilene. 50 pesitos se los tiempos 90s le costó andar de bondadoso.

Por eso y mucho más experimentado con la enemistad, cortedad para ensalzar hasta magnificar a los públicos, a los políticos, me pudo, me puede el pobre cuate con más callo, ora que ya le dieron el Santiago (+), sin tomar en cuenta otras malas pasadas que en vida le hiciera. Como cuando andando de “pollero” me disfracé de “pollo” en complicidad con Lupe Esparza Valencia, quien le había dicho al llegar a su casa: “Ramón aquí te traigo un mojadito”.  O la ocasión en que estando tirado, bien crítico del artritis le ordené a la enfermera que me inyectaba, le cargara con todos los alimentos de Abilene, quien había ido a una tienda. “Ay, oiga, pero es mucha comida!!”. “Llévesela toda por favor, el doctor José María Juvera Vindiola me prohibió comiera nada de eso”. Arremetí con tono rotundo efectista, sabía recordaría ella a mi fina-do cuate el doctor. Cuando llegó Abilene, preguntó extrañado, él sabía, convencido, no podía ser yo el autor, inmóvil por completo como yacía.  Algo me preguntó, me valí de que ni siquiera podía mover mis quijadas y casi sin despegar los labios, por entre los dientes respondí lacónico: “¡Sepa la verga!” Creyó en mi fementida ignorancia limitándose a exclamar sereno: “Que raro esto”.

Así pues, nota nunca tengo para nadie, porque la droga de redactar me apresa es que escribo no tanto porque las luces del intelecto sean abundantes, todo este desmadre se lo dedico a mis amigos Miguel Ángel “Carnalito” Silva, Jerónimo Villanueva, Juan Valente “Cuatito” Rivera Aguirre, Omar Noriega y Alberto “Conde” Arvizu, pues también tengo mi corazoncito, y a todo Agua Prieta, que por cierto (como dice el güen “Sabbath” Aguirre), “Por cierto” cada día sale más dulce el agua que bebemos…

Dulce Aguaprietita, chingadamadre! cada día más namacodo del terruño, del pueblo, y ya saben todos al unísono contra el “Peje”… ¡Sigamos lamiéndoles el culo a los chingadores longevos, los de siempre..!! ..

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