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Intramuros 10 de Marzo

Con afecto a “Pancho Pólen” Montaño

“El Cheko” Pérez

Aquella tirria, envidia mundial la producida por Ser-gio Pérez, comerciante de nacencia, de nacionalidad como fenicia. Su prosperidad mortificaba a los mediocres, como ocurre. Introducía al Cereso animales en pie, para sacrificarlos, carnearlos y luego tamaño perol de cobre para la chicharroniza. Nadie lo hizo antes ni después, puro hacer feria el buen “Cheko”, sin pago de luz, agua, renta, impuestos, todo para el vencedor y el moche con el director, como sea, la ganancia era enorme, cuantiosa.

 Sergio no tenía vicios, dedicado a su familia, entregado a ello al centavo, aunque era prisión se vendía un chorro, mu-cha demanda de sus mercancías.

Jesusito Valencia Ballesteros, alias “Chuy” Ballesteros le maquilaba 500 tortillas de harina. El Chuy era un paisa de aquí del Agua. Puras ondas macro las puntadas, los ne-gocios del Cheko, siempre atento a su gente, que sábado a sábado le visitaba, su esposa, alta, reportada, de pelo largo atado en cola de caballo e hijos en escalerilla, el mayor sa-lió boxeador, a quien le tocara venía al Agua a darse un tiro parejo con nuestro paisa Favelita.

Sacando cuentas, creo fueron los mejores años del comerciante cautivo (como toda su clientela enclaustrada). De todo vendía, en todas las cárceles rola dinero y todo lo que se puede vender en el mundo libre, cuanta madre desee un preso, con dinero lo puede comprar, no de hoy sino de siempre, desde mucho más endenantes.

500 gordas de harina, no sé si diarias pero lo que sí comían mucha harina los indios. En suma y viéndolo en frío, eran muchos los “atributos” para causar el celo y envidia en es-píritus minados. Por cierto que ese mal negocio del celo lo padecen en mayor medida y énfasis los ricos, los que ya tienen asegurado en que caerse muertos el día que emprendan la travesía ignota. ¡Peligrosísimos!. Yo pobre, de nadie me cuido más. “El Garibaldi”, aquel loco de Culiacán ex comanche federal responsable un día de la división políticosocial (corretiza a los enemigos del viejo PRI) no soportó el recital rotundo en la diaria faena del comerciante y se la hizo de pedo. “El Cheko”, presto, vigoroso lo prendió del gaznate con la rudeza de sus carniceras manos, lo levó con la izquierda y con la otra empuñada coqueta, describiendo círculos amenazantes sobre su rostro de creyotito sobresaltado. Así lo dejó, nomás le apaciguó el ímpetu…

Con el tiempo, con los años la libró. Ya no me encontraba allí, luego en la calle Sergio Pérez restableció su comercio expansivo, tenía 18 empleados registrados en el Seguro So-cial, supra expansivo porque del “mercadito” de su celda al tiendón, ahora en la capirucha, fue un gran salto adelante.

A propósito de expansión, expansiva bala suicida .45 en la sien hubiera matado a Garibaldi, nomás de haber presenciado el auge del comerciante en Hermosillo. Era esa la condición del antiguo encargado de darle carro a los inconformes con el gobierno cuando el zénit histórico del Partido Revolucionario Institucional.

Recuerdo cuando me cayó gordito mi cuate, el periodista chido Víctor Manuel Lagarda Aguilar quien tras ver pero observar al presidente Salinas de Gortari en la Plaza Plan de Agua Prieta, concluyera: “Eso es lo que se llama un súper piñero profesional”. Veníamos por la 6 luego de presenciar el acto populista. ¿Por qué se expresaba así de nuestro mítico Sr. presidente?. Bato irreverente, hereje!, de ese pelo y tenor teníamos la fe…

Volví a ver a Sergio 25 años después ¡oh, indetenible padre tiempo que transforma. Lo encontré en la zona del hospital, ahí mismo en Hermosillo, imposible le reconociera, pese a hablar con él, no pude acabalarlo. “Te lo dije”, me había advertido el Rafa Muñoz R., de la transformación.

Rafa era otro paciente también veterano del cuadro a fines de los 70s. Sergio, igual de delgado, ahora invidente sin remedio sabe qué fenomenal hecatombe arrasó con su vida, ruca, negocio, chante, salud. De ninguna manera me habría gustado Garibaldi, le hubiera ahora (2007), vuelto a ver regocijando con el ocaso del otrora industrioso comerciante con el que había enseñado el cobre…

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