Notas

Salva vidas la información meteorológica…

Por Robin Beltrán

Esa tarde acompañé a su padre para dejar a su hija en la casa de una familia amiga de él, allá en Ciudad Obregón, donde hoy impacta Newton. Esa residencia era el punto de reunión. De ahí un grupo de jóvenes partiría a Guaymas, para embarcarse en el Poseidón, un yate a bordo del cual irían a bucear a tranquilas aguas.

La información meteorológica que existía aquel viernes 28 de septiembre de 2001, tenía 24 horas de atraso o quizá más pero ellos no lo sabían. Hace 15 años la información del clima no tenía su actual valor, ahora salva vidas.

Pese a que el huracán Juliette merodeaba la península de Baja California Sur, no se le prestó atención al riesgo que implicaba la presencia de ese monstruo meteorológico.

La capitanía del puerto de Guaymas confiando en el servicio meteorológico pasó por alto aquella situación y no se ordenó el cierre a la navegación. Cuando se quiso actuar, ya era demasiado tarde. El Poseidón, un barco que en Grecia había navegado por el mar Mediterráneo, llegó al país, al ser adquirido por una persona de nacionalidad mexicana.

Le pusieron un fondo de cristal para que los turistas que también lo alquilaban para ir de pesca, pudieran admirar las bellas submarinas. Todos con sus equipos listos fueron ha-cia la marina para abordar El Poseidón, que los llevaría a varias millas náuticas donde podrían bucear con seguridad.

Los jóvenes estudiantes del ITESM, se hicieron a la mar, previa consulta del estado del tiempo que les reportaba con-diciones de navegación tranquilas. Se confió en esa información, sin imaginar que tenía 24 horas de retraso, es decir, no estaba actualizada.

Cuando estaban en altamar aquel septiembre de 2001 comenzaron a sentir la furia del huracán Juliette, que se presentaba ante ellos con categoría 4 y vientos de 150 kilómetros por hora. Estaban anclados frente a la isla de San Pedro Mártir. Poco pudieron hacer para contener los embates de las olas gigantescas y el viento huracanado que terminó por romper la cuerda del ancla. El Poseidón, a pesar de tener fortaleza en sus estructuras, comenzó a ser estrellado contra las rocas dañándose las propelas, o sea las aspas del motor.

Sin más alternativa emprendieron veloz carrera de regreso a Guaymas. Así navegaron con un experimentado capitán en el timón que se mantuvo firme, eludiendo lo más que podía las gigantescas olas de al menos tres metros de alto.

El agua entró al barco y uno de los generadores se apagó y dificultó su desesperado avance. Luego el cristal por donde se apreciaban las bellezas submarinas, colocado en México, comenzó sucumbir a la presión del agua. Tres horas más tarde, aquel barco de 104 pies de largo (31.6992 metros), terminó por zozobrar.

Aquellos valientes estudiantes del ITESM en esos momentos de emergencia idearon una estrategia para salvar sus vidas. Ataron a sus cuerpos una soga y se lanzaron al agua embravecida por el huracán Juliette y juntos nadaron hacia donde consideraban se encontraba la Costa de Sonora.

Con la marejada golpeando sus cuerpos y la lluvia cayendo como agujas sobre ellos continuaron nadando juntos dándose ánimo unos a otros que ya cansados se habían rendido ante la lucha por sobrevivir. Nadaron aquel día con mucha fuerza y al caer la noche, aun con la tempestad a cuestas, siguieron avanzando, todos ellos eran buenos buzos.

El papá de una de las muchachas, desesperado por la suerte de su hija, habló a Estados Unidos y contrató los servicios de un experimentado excombatiente de guerra de Vietnam.

 

El piloto y su nave llegaron a Guaymas y luego de abastecer combustible se lanzaron entre la turbulencia buscándolos durante horas pero lamentablemente no logró encontrarlos. Al siguiente día, los jóvenes universitarios continuaron su lucha por sobrevivir y así les llegó la segunda noche.

Sus padres se habían reunido y oraban por sus vidas, con la esperanza de que sus hijos llegaran a sus hogares con bien, sanos y salvos. Parecía que aquellas oraciones los alcanzaron porque al amanecer del día siguiente se llenaron de áni-mo. Muy a lo lejos avistaron lo que parecía era tierra firme y ciertamente ahí estaba una granja camaronícola. Uno de ellos se soltó y nadó hacia ese lugar, luego los pescadores fueron en sus pangas para auxiliarlos. La tripulación sería rescatada 24 horas después al ser avistados por un helicóptero de la Marina navegando en una reducida balsa para niños. El Poseidón, aun yace en el fondo del mar, a una profundidad de 55 metros. Hoy en día la información meteorológica, dada de manera puntual, salva vidas…

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